de Miguel Ramos
Cuando Charles Perrault miembro de la Academia Francesa en el siglo XVI escribió Caperucita Roja nunca pensó que cuando se leyera o se escuchara el mítico “Había una vez…..” fuese tal su universalidad que se le llegara a considerar el creador del cuento de hadas como género literario, nada que decir por supuesto de La Bella Durmiente, o Cenicienta, personajes que marcan la infancia de cualquier niño que se jacte de serlo. Más tarde en el siglo XVIII Willheim y Jacobo Grimm no dejaron morir la tradición oral de los cuentos alemanes con Juan Sin miedo, Blancanieves, Rapunzel y Rumpeltizchen o el retrato de Dinamarca en la Sirenita de Andersen que decidió dedicar muchas horas de su vida a los hijos de todo el mundo por no contar con propios recibiendo por esto en 1866 la presea de la orden de Guadalupe en México, el soldadito de plomo y el Patito feo avalan su capacidad de fusionar lo artístico con lo pueril describiendo en este último experiencias dolorosas de su vida, la historia de un cisne perdido entre patos que no apreciaban la belleza ajena. Pulgarcito corre con sus botas de siete leguas tras matar al ogro llamándome la atención por olvidarme de los cuentos, mientras el marqués de Carabas se esfuerza junto con el gato con botas para atraer mi atención hacia el librero donde descansa el libro mientras congelándose en lago espera a su amada, Aurora se pincha un dedo para hacerme sentir el héroe que la hará despertar, mientras que la Sirenita de Andersen no resiste el dolor de mil alfileres clavándose en sus plantas, Caperucita opta entonces por el camino corto sin saber la suerte que en el desenlace de Perrault le espera, la reina se horroriza por la hermosura de Blanca Nieves en contraste con el bochorno de un emperador al saberse desnudo y engañado con un traje invisible, similar a la pena de encontrar dormidas a las niñas en espera de leerles un cuento habiéndoles postergado ese deseo.
Ilusiones y mundos reales que solamente perciben los despiertos de corazón, los que se atreven a soñar un mundo que la monotonía, la ambición y la violencia llaman utopía o fantasía. Porque, quien escribe hoy para niños?, Quien lee a sus hijos un cuento para dormir?, Quien se preocupa por esa inocencia que nuestras generaciones anteriores poseían como un Cri-Cri, un Chavo del 8, un Alberto Lozano, Manuel Bernal (El Tío Polito), las ardillitas de Lalo Guerrero (Pánfilo, Anacleto y Demetrio), el mismo Chabelo o Capulina Paladines del humorismo blanco que hacían de la vida un cuento como Teatro Fantástico de Enrique Alonso, o los cuentos de Sofía en el 11 sin dejar de aplaudir a Aida Pierce y a Mario Iván Martinez con su rato para imaginar……la tradición del cuento oral , su riqueza en gestos y expresiones ha perdido fuerza porque no somos libres para expresar, es el cronista por excelencia de los pueblos y civilizaciones, CONTEMOS CUENTOS, HISTORIAS, ESCRIBAMOS a nuestros pequeños, dejémonos atrapar nuevamente por la fantasía y mientras tanto en lo que se regresa a la realidad como decía el mimo del pelo rojo Cachirulo “Hasta la próxima y como siempre me despido, ADIOS AMIGOS”…..
Registro de Autor : 03-2006-031713105000-01