15 agosto 2007

Historias del Nahual.....

de Miguel Ramos

…..José se sienta en el pequeño jardín de una casa de interés social, tiene un ojo lloroso, es la nostalgía, su mujer se ha ido y el Negro José, su himno, nunca más se volverá a escuchar. 6 hijos, unos casados, otros vueltos a casar o a juntar, varios, varios nietos; su taller de maquila, un mito, tan místico como cuando caía la noche en la huerta de Itzamatitlán, la que perdió porque su hija la dejó como aval por un préstamo para comprar madera. En aquellos días Lencho y su familia te recibían en la puerta, bajaban las maletas y conducía hacía las habitaciones de visitas que se encontraban en el ala frontal de huerta, ya ahí la alberca, siempre con agua caliente listos para los clavados, la salida por supuesto, hasta que los dedos tuvieran escamas de tanta agua, las comidas increíbles todo lo que se pueda imaginar hasta hartarse, llegada la tarde los paseos en caballo, o en carreta, por el campo entre arboles altísimos, con el sílbido del viento entre las ramas en parajes largos, sinuosos, hasta el río.
Ya entrada la tarde noche, saliendo de la alberca y bien cenados la plática, antes debo mencionar la entrada, con un foco de aditivos metálicos y la imponencia de la negrura de la noche del campo donde solo podían apreciarse los ojos de algunos conejos curiosos que después eran presa de las lampareadas donde se cazaban para al otro día comer a las brasa o al pastor, cualquier otra cosa no era distinguible.
- Tío, cuentanos la historia del Nahual – todos a coro, - Bueno pero no salgan de la huerta o vayan a esta hora para la parte de atrás. Todos en silencio, con nerviosismo, pero con el oído abierto para el relato.
- El Nahual es una persona que puede convertirse en cualquier animal como un burro, un perro, un cerdo y un toro. Siempre andan solos, cuando está entre otros animales, se muestra inquieto y tiene miedo. Cuando se convierte en perro, su color es negro.
Dicen que para que el Nahual se aparezca, se tiene que echar un sombrero frente a él. Antes un señor se convertía en Nahual y se iba a traer frutas a los lugares lejanos. Tenía que cruzar barrancas, pero para ese animal no era problema porque bastaba un ligero salto. Lencho se lo ha encontrado, dice que tiene la mirada pérdida, ojos de comal y no obstante sus poderes, no eran insuperables ya que se les aconsejaba a la gente en los pueblos que para que no entrasen a hacer daño a sus casas era bueno usar como protección una navaja de piedra negra en una escudilla de agua, puesta tras la puerta, o en el patio de la casa de noche. Como esa se fijan?.
Rápidamente volteamos a la mirada junto al árbol de la canasta de basket clavado la navaja. Tenía unas tijeras en cruz, romero y unas agujas que siempre ponía debajo de la cama Se cuenta que la Sra. Justina Barrera, vecina, no sé porque le pegó a la hija del brujo insultándola. Él la miró fijamente y vaticinó: “Usted cállese la boca porque mañana se va acordar de mí”…..pero no le creyó porque siempre amenazaba “Quita eso y veras como sí entro”.  Afirmaba que el entraba aún cuando Don Apolonio estuviera, y que sin que se dieran cuenta se había encontrado entre los cuatro de la familia, cuando estaban cenando pero por la protección, nunca había podido tocarlos.
Doña Justina no pensó que le fuera a hacer algo pero al siguiente día grito desesperadamente ¡Lucha! ¡Lucha! Ven verme, mira lo que me hizo ese perro.- ¿Qué te hizo? – redijo en tono de desesperación Lucha la mayor. Justina con rabia y llanto incontenible, le mostró las mordidas que tenía en la zona de la ingle en las dos piernas, eran unas mordidotas tan grandes que no podía caminar. – Tío y la casa no tenía protecciones? – preguntamos. – Si. Pero en la pieza donde la Sra. durmió esa noche al pelearse con Don Apolonio, no. Desde entonces la gente se mete a las siete porque el brujo se convierte en perro y se brinca las bardas  a partir de las ocho, hace destrozos y si puede se mete a las casas. Su ladrido es feo y sus ojos se ven rojos, relumbrosos. Cuando llovía mucho en la orilla del pueblo, porque era pequeño, de seis o siete cuadras a cierta hora se veían a los nahuales convertidos en bolas de lumbre que subían y bajaban en el aire. Las personas se sentían atraídas por su brillo como canto de Sirenas o encantados por la flauta de Hamelin, así en trance y embobados, la bola de fuego se los llevaba, los confundía, y los perdía en la sierra. Las bolas de fuego eran los brujos. Todos los brujos eran nahuales.
Cuentan también que uno de los nahuales que salía a chupar a los niños  siempre se quitaba los ojos antes de salir y los dejaba en un traste, una de sus hijas sin darse cuenta lo arrojó a las brasas con todo y ojos. El nahual al regresar a su casa los buscó y buscó y cual sería la sorpresa al darse cuenta que los habían arrojado al fuego. Quedó ciego y ya no volvió a hacer mal ni a salir. Bueno es hora de dormir!!!!!.....Todos sobrecogidos caminábamos en bola hacia los cuartos recorriendo todo el patio desde la casa grande, con la mirada del tío detrás de nosotros sentado en su silla como la imagen del jardín de interés social que describo 30 años después de aquel relato que hacía excitante cada vez que nos tocaba ir a la huerta…..La vida enseña que hay gente que toda su vida queda convertida en humano disfrazando el perro negro que vive dentro de ellos…..

Registro de Autor : 03-2006-031713105000-01

1 comentario:

Anónimo dijo...

daaaa es muy mala historiiaaaa deberias no espera mejor no deberias hacre nadaaa ehh

atte

♥♥♥elenithaaa♥♥♥